No todos son sueños\ tampoco pesadillas

Mi madre resopló de nuevo de manera teatral y de igual manera apartó de su rostro enrojecido y cubierto de sudor un mechón de pelo rubio y cuidadosamente ondulado que insistía en ocultar parcialmente los ojos verde esmeralda de mi madre que me observaba, no obstante, con enfado palpable.
Yo suspiré y las hebillas de los tacones se deslizaron por mis dedos hasta el suelo, causando un gran estrépito entre el silencio reinante.
- Cora...- susurró ella, mi cansada,destrozada madre con agotamiento y observé como se apoyaba en el respaldo del sofà magenta y cerraba los ojos. Estaba acostumbrada a ello, a que su enfado se esfumase dando paso a un cansancio abasallador que se reflejaba en cada gesto,ademán y mirada,en sus palabras que denotaban su sufrimiento apenas ahogado por su resistencia interior que conforme pasaban los días iba menguando... poco a poco y dejando tras su camino de ruinas una débil imitación de su madre, una parodia sin gracia.
-Lo siento- mascullé, evitando mirarla.