-No quería decirle todo eso, pero era necesario. -No lo era. Tú la amas, siempre la amaste... -Me voy, tengo que arreglar todas mis cosas para irme a América, allá sí que no me buscaran. -¡Severus!- Lo llamó Lucius tratando de evitar que se fuera -¡Tiene que haber otra solución! -Gritó, pero la puerta del despacho ya se había cerrado -Idiota, estás dejando pasar tu felicidad.