La noche siempre había sido su elemento, después de todo, Matenro eran una bola de perros amaestrados para entretener con torpeza, contrario a ellos, estrellas deslumbrantes dispuestas a complacer a todo aquel que se encantara al verlas. Era todo un arte embelesarles con sus encantos pero, la verdadera dificultad se centraba en guardar sus corazones solo para ellos. Una riesgosa e interesante apuesta que querían ganar.All Rights Reserved
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