Al final las criaturas místicas eran reales, en un mundo subterráneo y desconocido por siglos por el ser humano. Aunque, sólo bastó ese descubrimiento para que se les diera caza a esas criaturas de cuentos de hadas. Shoto Todoroki era un adulto maduro cercano a los treinta, y quería esa criatura que se hacía llamar tritón para su exótico acuario donde la gente más beneficiada podía pasear. -¡Me costaste mucho, maldito, sé más agradecido!- gritó furioso al que cada que él se acercaba daba tremendo golpe al cristal que ya comenzaba a agrietarse, ¿Pero qué carajos quería? Tal vez Shoto Todoroki era más que lo que él creía. -Nunca comprendimos a los humanos, ni su avaricia, ni su eterno odio a su misma especie. Les tememos, por eso nos escondíamos, pero bien... soy el último de mi especie, ¿Qué puedo hacer?, nada, me podriré en éste acuario y tú en dinero.