Toda esta maldita historia comenzó un sábado, hace seis años, cuando yo solo tenía dieciocho y él dieciséis, dichoso el día en que lo conocí. Con lo a gusto que estaba yo sin saber de su existencia. Y aunque no os lo creáis o no, yo no sabía de la existencia de la familia que tenía mi madre en otro pueblo. Ni de la existencia de los primos, de los hijos de los primos, y mucho menos de la existencia de él.All Rights Reserved