Min Yoongi era de los abogados más respetados y admirados en toda Corea. Su fama y reputación la alcanzó gracias a su esfuerzo, dedicación y entrega, haciéndolo uno de los hombres más temidos a la hora de entrar a un juzgado, ya que él nunca perdía un caso. Lástima que su vida amorosa no era igual. Una vez Min Yoongi amó, una vez entregó su corazón, pero desafortunadamente, nunca confesó su amor. ¿Fue la costumbre de tenerla a su lado, lo que lo hizo creer que no debía hacer nada? ¿Fue la confianza de que ella igual lo amaba, lo que le hizo imaginar que duraría para siempre? ¿Cuál fue su error? Esas tres preguntas de las hizo después de que ella le enviará una carta, una carta con una invitación a su boda. Su corazón sufrió, su alma pareció desvanecerse y sus sentimientos se cerraron bajo llave. Perdió a la chica que amaba por confiado, y ahora vivía solo las consecuencias. Creyó que su vida sería solitaria, viendo como sus amigos encontraban el amor y planeaban un futuro junto a sus parejas, pero ella vino a cambiar eso. ¿Lo curioso del asunto? Ella no quería una relación. ¿Qué tendría que hacer Yoongi para demostrarle que él no iba a herirla? ¿Qué tendría que hacer para ganar su confianza? ¿Cómo puede sanar ese herido, cerrado y vacío corazón? Ella era como una melodía, una hermosa melodía que debía ser interpretada con pasión, alma y entrega, una melodía que merecía un soneto de amor.
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