Vi la astucia y la maldad en sus ojos esmeralda. Sabía que alguien tan brillante y ambicioso como él no podría conformarse. Tonta de mí. Por culpa de haberlo observado cauta, atemorizada, había terminado enamorándome de aquel chico de mi misma casa cuyas intenciones no auguraban bien alguno. Menos me esperaba aún que apareciera un joven pelirrojo asegurando que él había matado a su hermano y debía ayudarlo a evitarlo.
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