Esa luz, blanquecina entre la niebla, rondando, se refleja por mi ventana, cada noche. Nadie debe de salir. Mientras todo el pueblo de La Caronta, escucha el eco de los gritos que vagabundean, allá afuera.
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Esa luz, blanquecina entre la niebla, rondando, se refleja por mi ventana, cada noche. Nadie debe de salir. Mientras todo el pueblo de La Caronta, escucha el eco de los gritos que vagabundean, allá afuera.
-¿No me tienes miedo? - Pregunto el de ojos oscuros brillosos, que aunque estuviera entre las sombras podía verlo con claridad esos ojos completamente oscuros.
- No.
- Podría hacerte daño...
- ¿Me ha...