-. ¿Te gusta?-Empujó con fuerzas sus caderas, y el sonido de los golpes frecuentes de sus caderas se oían de fondo.-Vamos nena, déjame oírte gemir.-Subía y bajaba sus manos por la cadera de ella. -. Más rápido, por favor-. Se retorcía, he inclinaba más abajo para darle un mejor acceso a su ya mojada vulva, el chirrido de la cama, pareciese qué está iba romperse. . . . Carlota nunca había deseado tanto vivir su vida sexual abiertamente siendo una fría, y seria chica. Todo aquel qué conocía, al menos debía haber pasado ya sus manos por dentro de ella, en vez de molestarse solo se sentía más deseable.