Para él sólo dos cosas eran inevitables. Ya había aceptado una de ellas. Pero la otra le producía repudio y algo que jamás creyó que sentiría: Miedo y Dolor. ¿Desde cuándo se había vuelto tan egoísta? ¿Desde cuándo comenzó a desear que el tiempo se detuviera? Era por ella. Siempre fue la razón de todo. Y en medio de ese oscuro egoísmo que lo consumía decidió hacer lo que fuese necesario para luchar contra el destino y vencerlo.