La vergonzosa verdad: Me enamoré de un asesino. He dejado que me bese, que me mienta, me traicione. Cuando el me tocaba en mis sueños, toda mi fuerza se derrumbaba, y sentía como me enredaba en su red una y otra vez. Aún sostenía mi corazón en su mano, y esa fue la mayor traición de todas.