Es curioso, en el mismo lugar donde recibimos grandísima parte de nuestra formación, elegimos y construimos nuestra sociedad. Sí, allí donde lo recibimos, lo ponemos a prueba.
Ese lugar que me recibió temprano cada día, y me nombraba a en voz alta para asegurarse de que había asistido, hoy me espera con mi nombre escrito en un listado, para respetar mi voluntad. Así de simple y sublime, nos otorga nada menos que existencia, nombrándonos y esperando algo de cada uno.
Ahí aprendimos cada letra de estas líneas. Corrimos, transpiramos, compartimos y mezquinamos. Respetamos y trasgredimos, reímos y lloramos. Allí cada uno tuvo la oportunidad de superarse a sí mismo. Es interesante que en sus raíces etimológicas, escuela significa "tranquilidad, tiempo libre", que luego derivó a aquello que se hace durante el tiempo libre y, más concretamente, aquello que merece la pena hacerse. Algunos piensan que la escuela es el edificio, pero para mi la escuela está hecha de emociones, olores, relatos, libros, tizas y cuentos. De ocho inviernos de charcos congelados y ocho primaveras con perfume a "se vienen las vacaciones". A mi escuela la hicimos entre mis compañeros y mis maestros.
Yo tengo la dicha de votar en el mismo edificio, y cuando entro todo se ve más pequeño y sin aquel bullicio. Me emociona ese lugar y no sé a quién de ahí darle las gracias. En homenaje a todo aquello hice un pacto de libertad conmigo mismo: mantener siempre viva la esperanza. Si la libertad buscara una casa, la encontraría en la escuela. ¡Cuidémosla!
Lucas J.J. Malaisi
Autor de la Ley de Educación Emocional