Probablemente las circunstancias que rodearon la misteriosa destrucción por el fuego de una casa abandonada situada en una colina, a orillas del Seekonk, en un distrito poco habitado entre los puentes de Washington y Red, no llegarán a conocerse nunca.La policía fue acosada por el número habitual de maniáticos que se ofrecían para facilitar informes sobre el asunto. nadie más qué Arthur Phillips, el descendiente de una vieja familia del East Side, residente desde hacía mucho en la calle Angell.
Era un joven algo extraño y a la vez formal; preparó un relato de los acontecimientos que, según él, condujeron al incendio.
aunque la policía hablo con todas las personas mencionadas en el relato del señor Philips, no tuvo ninguna confirmación. S solamente sirvió de apoyo al alegado del señor Philips la declaración de una bibliotecaria del Ateneo, en el sentido de que, efectivamente, el señor Philips se había reunido aquí con la señorita Rose Dexter. A continuación se reproduce su relato.