Daniela Rojas es una hueva, es necesario admitirlo.
Y lo ha perdonado y está segura que lo perdonará mil veces más, porque está segura de que la nobleza es el peor de sus defectos. Pero el que le haya perdonado no implica que no le hayan dolido todos los cachos, y tampoco implica que el tema no esté a punto de volverla loca, porque de tanto pensar en los cachos que le puso, estos le van a salir físicamente en la cabeza.
Una obra llena de dicotomía, donde la autora pone su corazón en cada palabra, escribe cada frase tan escueta como llega a su mente y cada sentimiento tan real como en su sistema límbico se siente. Es esta obra la segunda fase del duelo, la de la rabia, expresada en todo su sentido.
Y ahora, todos los lectores podrán apreciar cómo, por pura hueva, permitió que la engañaran otra vez. Y ojalá lo odien, tanto como lo hago yo.
-María Gutiérrez, mi otra personalidad.