Escribo en prosa y verso, sin una medida ajustada, solo me expreso, con lágrimas en los ojos, una tonelada de melancolía y un café para acompañar en la ansiedad, mientras escribo con mi tintero desbordado de tinta negra.
Cosas que pensé, más nunca dije, letras vacías envueltas en un sentimiento intenso rodeado por las sombras, por el dolor, de la partida de lo que parecía eterno y resultó efímero.