El trabajo de detective privado no era para nada fácil, las películas engañaban; créanme.
Con sólo 23 años ya era toda una detective hecha y derecha gracias a mi padre, que era agente del cuerpo de policías. Soy detective privada independiente, mayormente me pagan por desenmascarar a los esposos infieles, tomar unas cuantas fotos como prueba y luego venía la recompensa.
Era peligroso; claro, pero al final si hacías tu trabajo como era debido quedabas libre de cualquier peligro.
A los 19 años decidí vivir sola en un pequeño departamento, era un conjunto residencial que estaba casi fuera del mapa, en sí era muy difícil de rastrear. Aún mantenía contacto con mi padre, pero era muy escaso, nos reuníamos en parques casi solitarios o en cafeterías donde nos sentábamos en diferentes mesas.
Mi vida... dejando de lado mi trabajo, era muy aburrida, pero presentía que todo eso de la rutina y la monotonía iba a cambiar con el sobre enviado por la firma Kim que tenía en mis manos.