En esa fría noche, época de invierno, los árboles se agitaban con fuerza y la luz de una penetrante luna llena se hacía presente en la cuidad.
Cada media hora, pasaban personas solitarias delante de un baldío, a medida que la noche avanzaba el lugar se transitaba menos, hasta reducirse en el silencio total.
Fue en ese silencio total donde rugió mi verdadero yo, tan fuerte que mi ser quedo corrompido, la sangre se volvió su verdadero alimento y como un animal que prueba la carne humana, no iba a parar.
Debía contenerme, meterme en una jaula interna que solo yo contralaba, esa noche, esa maldita noche...solo fue por defensa, y nada más, todo el mundo lo sabe.
Yo, no asesinaría a nadie aproposito, mi vida corría peligro.
Pero el quiere más.