¡Oh!, pobre de aquél mendigo que sea maldecido con la crueldad del amor, pobre de aquél que pruebe los amargos tragos de la desilusión, pobre de mi, pobre de mi corazón, que te conoció. Acompáñame a leer los malditos versos que he escrito enamorado, triste, melancólico y enojado.