Y entonces la vi. Estaba yo ahí sentado frente a una ventana y lo único que podía ver era una sombra, que suponía era la mía, pero pronto supe que no lo era. La sombra le pertenecía una chica, y en el momento en el que nuestras miradas se cruzaron todo se desvaneció, y solo la veía a ella. Sentada al otro lado de esta pared de vidrio que nos dividía. No sabía en donde estábamos, pero sabia que ella estaba ahí y eso bastaba.