us palabras quedaron flotando allí, en la oscuridad entre nuestras voces. A veces encontraba consuelo en ese espacio, pero en tres meses, sólo había encontrado disturbios. Ese espacio volvió a un lugar conveniente para ocultarse. No por mí, por él. Mis dedos dolían, por lo que les permití relajarse, sin darme cuenta de lo duro que había estado agarrando mi teléfono celular. Mi compañera de cuarto, Reagan, se sentaba junto a mi maleta, abierta sobre la cama, con las piernas entrecruzadas. Cualquiera que fuese la mirada que estaba en mi cara la impulsó a tomar mi mano. ¿T.J.?, articuló. Asentí. —¿Podrías, por favor, decir algo? —preguntó T.J. —¿Qué quieres que diga? He empacado. Pedí mis vacaciones. Hank ya le ha dado a Jorie mis turnos. —Me siento como un gran idiota. Ojalá no tuviera que ir, pero te lo advertí. Cuando tengo un proyecto en curso, pueden llamar en cualquier momento. Si necesitas ayuda con el alquiler o cualquier cosa... —No quiero tu dinero —le dije, frotándome los ojos. —Pensé que sería un buen fin de semana. Juro por Dios que lo hice. —Yo pensé que iba a estar abordando un avión mañana por la mañana, y en cambio me estás llamando para decir que no puedo ir. Una vez más. —Sé que esto parece como un movimiento idiota. Te juro que les dije que tenía planes importantes. Pero cuando las cosas est{n así, Cami... Tengo que hacer mi trabajo. Limpié una lágrima de mi mejilla, pero me negué a que me escuchara llorar. Evité que mi voz temblara. —¿Vas a venir a casa para Acción de Gracias, entonces? Suspiró. —Quiero. Pero no sé si puedo. Depende de si esto estará solucionado. Te extraño. Mucho. No me gusta esto tampoco.All Rights Reserved
1 part