Le tuve cuando le necesitaba, se desvivió por mí y me protegió... Como un padre. Pero nunca pude llamarle padre.
Tampoco él me llamó hija.
A pesar de no saber, a diferencia de mí.
Las señales estaban ahí, el propio destino se torció cuando fue necesario para atraparme, para empujarme hacia Geralt, para no dejar que escapara por alguna otra de sus muchas puertas. Pero lo probé, lo intenté, quise huir y tratar de encontrar una alternativa, aun sabiendo que estaba condenada al fracaso. Ninguno de los hombres con los que estuve dispuesta llegaron a nada conmigo. Ni Hotsporn, ni Auberon, ni siquiera Galahad. Y sospecho que ni cuantos me hubiera encontrado.
Porque él es mi destino, ambos lo sabemos. Y yo soy el suyo.