Aunque todos pensaran que él era una persona terrible y sin corazón, yo conocía más de lo que pensé que podría, y es que miré sus ojos azules y comprendí que era una marea profunda de sentimientos y emociones. Sus ojos me transmitan lo que su boca con palabras no podía hacer, así fue que lo empecé a entender. Lo entendí gracias a su mirada, porque en un mundo donde la gente se comunica por celular, él y yo nos comunicamos con la mirada. Lo conocí, me defraudé, lo necesité y lo amé. Ojalá nunca tenga que decirle adiós a sus ojos azules, a esa marea profunda en la que tanto me gusta perderme.