Tan secretos como el mar profundo sin explorar e igual de oscuros como el carboncillo que usaba para dibujar el rostro inmaculado de aquella mujer, eran los escritos de Erna Ellis. Las letras torcidas y manchadas posiblemente por noches enteras de llantos desmedidos e inconsolables, narraban los horrores cometidos por la retorcida familia Smirnova. Hurgar en busca de una respuesta que pudiese explicar la trágica muerte de mi compañera de cuarto, fue el principio de un final. De mi final... No acepto copias, adaptaciones o material resubido de mis libros.