Un camionero tiene un accidente de madrugada, cuando regresa a casa. El pesado y largo vehículo cae por un barranco y el conductor tiene la suerte de salir despedido antes de que el camión se hunda en un conocido lago. Es rescatado malherido y llevado a un hospital, en donde permanece más de veinte días en coma clínico. Simultáneamente al accidente, en el extremo opuesto de ese mismo lago, otro hombre es asesinado. Cuando al fin el camionero sale del coma no se reconoce ni a sí mismo, y menos a aquellos que afirman ser su familia y además asegura vehementemente, que él es otra persona.
Finalmente, curadas sus heridas físicas, termina en un hospital psiquiátrico y allí, a los pocos días, pide escribir un relato, de lo que él asevera que ha sido su vida en los meses previos a su actual situación.
Naturalmente, le dejan que ponga por escrito sus supuestas vivencias y cuando su psiquiatra lee lo que su paciente ha relatado, siente el apremio de comprobar lo que, para su sorpresa, tiene atisbos de razón.
En poco tiempo, en contra de la lógica más simple, las afirmaciones del supuesto loco van confirmándose una a una, y el psiquiatra pierde la mayoría de sus aprendidas convicciones y se da cuenta de que esa historia no tiene por qué tener un final previsible.
Adelin debe enfrentarse a un juego enfermizo mientras convive con un asesino serial y un chico que lo da todo por ella.
•••
Todos culpan a Adelin Rivas de la misteriosa muerte de su madre.
Nadie quería cruzarse con la "chica tragedia", porque se decía que por donde ella pasaba, solo dejaba desgracia.
Le acusaban por cada hecho extraño sucedido en aquel lugar. ¿Era culpable? Nadie tenía la certeza, pero algo sí podían asegurar: todo se relacionaba con ella.
¿Coincidencia? No lo creo.
Cuando todo parecía no poder ir peor, su cuaderno de canciones cayó en manos de un demente. A partir de ahí, deberá enfrentarse a ese juego enfermizo mientras convive con otro asesino serial y un chico que lo da todo por ella.
Preciosísima portada ilustrada por la talentosa @imfleurie