¿Alguna vez has llorado por no tener nada por lo cual llorar? En algún segundo entre los días de mi ser, en el país de las maravillas, donde todo es risas y atardeceres inolvidables, donde el esfuerzo no es requerido y la gloria es eterna. Aquel lugar donde no hay nada más inútil que dormir, y nada más placentero que estar vivo y despierto entre un sin fin de placeres. Me pregunté: ¿Acaso me merezco todo esto? Fue entonces cuando todo cambió.All Rights Reserved