Prólogo.
¿Eres un poeta?, preguntó ella mientras se limpiaba las orillas de los labios por la cerveza que se escabullía de su boca, no lo sé, respondí. Solo escribo lo que tú me inspiras. ¿Tú eres poesía? Pregunté ante su mirada atónita, no entiendo, me dijo. Me refiero a que, ¿siempre andas por ahí con tu coraje y belleza siendo el artilugio de locos escritores?. La cuenca de sus labios se encorvó ligeramente. ¡No!, respondió, lo único que había escuchado era a un montón de pervertidos mientras camino hacia acá todas las noches. Yo puedo ser un pervertido, le dije, y nuevamente sonrió. Quizás, pero has sido un pervertido que ha escrito todo lo que quiere decirme, sentado en un rincón oscuro de este viejo antro, siempre fumando, de lo único que me voy a arrepentir es de no poder escuchar el mejor de esos poemas después de haber hecho el amor.
Se levantó y salió del viejo bar, desde entonces solo queda la satisfacción de saber que tú sabes, que este libro lleva tu nombre.
Siempre he creído que un libro puede decir muchas cosas, este es el caso, marco en este la mejor de mis maneras de expresar tu nombre sin pronunciarlo, este libro eres tú, es tu sonrisa, tu alma y tu cuerpo desnudo manifiesto en mis sueños después de una borrachera.
Eres la poesía descrita en cada una de estas pequeñas páginas, sabiéndote cerca, sabiéndote lejos, sabiéndome sin ti.
El único deseo para cada uno de ustedes es que puedan regalarlo a esa persona especial, y que esa persona tenga la oportunidad de leerlo.
Rogger García.