David necesita dinero urgentemente, y la única a quien puede recurrir es su acaudalada, pero muy tacaña, tía-abuela Florencia. Sin embargo, ella acaba de cometer la descortesía de morirse en el peor momento posible, y encima ha desheredado a todos sus parientes. Al parecer, sus pertenencias irán a parar al cementerio denominado Pueblo de los Dormidos, o, como lo llaman los habitantes locales, el Pueblo de los Difuntos. David cree que podrá obtener lo que tanto necesita, ignorando todas las advertencias: en el Pueblo de los Difuntos, sus habitantes no están precisamente descansando en paz...