Él siempre estuvo ahí para mi, siempre jugábamos y reíamos juntos, todo era felicidad cuando él me visitaba pero eso cambio cuando cumplí 13 años y entre a la secundaria a partir de ese momento me quede sola y obligada a vivir con los insultos y golpes que mis compañeros me regalaban. Después de eso mi vida dio un cambio radical convirtiéndome en la chica que todos usaban para desquitarse o hacerle pasar un mal rato... pero algo que nunca creí posible me pasó al entrar a la preparatoria. -¿Me regalas uno? -le tendí la cajetilla sin voltear a verlo, agarró uno y lo encendió. -¿Qué? - pregunté ante la incesante mirada de este chico que solo rió por mi pregunta. -Sigues siendo igual de testaruda -dio un sorbo de su cigarro y se fue.
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