Están ahí, aunque los adultos no puedan verlos. Están ahí, observando a los niños jugar, están ahí, esperando el momento... Arthur lo sabe, puede verlos, pero, solo su madre y su hermano le creen, por eso, es mejor mantener el perfil bajo, es mejor dejar que las cosas fluyan y quedarse a la distancia. Era así, hasta que aquel niño desapareció y conoció a Alfred.