El príncipe de Agrabah no sale del palacio. Nunca. Esa es una regla no escrita de la ciudad. Al igual que es una regla no escrita el hablar de si será buen gobernante. O si será verdad que lo único que le interesa es su tigre, y él mismo. Y sin embargo a pesar de lo que se dice ese chico, Raoul, tenía todo lo que Agoney sólo podía soñar. Y le odiaba por ello. Por vivir en un palacio, por no ver lo que le ocurría a su pueblo. Le odiaba, al igual que mucha gente de Agrabah. Le odiaban sin saber que ellos poseía todo lo que Raoul anhelaba. La libertad. Una vida fuera de una jaula de oro.
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