Nunca supo cuanto extrañaba sus labios hasta que pudo tocarlos de nuevo. Posó ambas manos en su cintura, cerró los ojos y estaba en casa. Una especie de calma envolvió el lugar, pero Lydia se movía con desesperación. No la culpaba. Después de largos días que parecieron siglos, estaba de vuelta. Stiles no la culpaba, para nada. Pero él se mantuvo sereno, tratando de disfrutar el momento y sentir su tacto en su mejilla. Eso no significó que sus ojos no se llenaran de lágrimas. (o Stiles y Lydia, post temporada 6a)