-Yo tengo el poder aquí Emilio. Yo decido si comes de las sobras de los perros o en la misma mesa conmigo. Vives o mueres, así de simple.- dijo escupiéndole las palabras en la cara, reprochándole todo lo bueno que había sido con él. El judío guardó todo su coraje y se limitó a quedar en silencio. Mientras que Joaquín en su rostro sonreía con sorna. -Eso imaginé, ahora friega bien el piso y cuando termines... esfúmate de mi vista.