Décimas idílicas a mi decepción.

Ya no puedo llamarte amada por respeto a mi presente, ya que el tiempo pasó y no te escucho, ni siquiera recuerdo tu voz. Encontré felicidad en mí y me he recuperado de casi todos los males que poseía. He recobrado un poco lo que es el amor propio; sin embargo, un flor muerta en mi corazón yace hincada y de eso ya no hay solución. Camino en el valle de la muerte del romanticismo y soy feliz así, pero no estoy completo. Y yo aún te pienso, pero ya no te busco y pese a que la distancia se convirtió en mi mayor pretexto, el bien yo te deseo por ti, por mi persona y por los que nos rodean. Y sé que ya no puedo decir que soy tuyo, aunque sepa que tienes una parte mía que se quedará allá contigo y que nunca podré recuperar aunque ya sonría, aunque ya no olvide, aunque muera por ti, princesa...

Y lo siguiente es por ti, ya que mil veces tú.