Su cabeza se estiró y se posicionó en el arco que formaba su cuello, mientras todo su cuerpo ardiente se movía en su contra, ocasionando que su miembro se levantase y rozara las preciosas y llenas nalgas del soberano, dejando salir de sus labios suaves y delicados jadeos mientras el Alfa se apegaba al pequeño cuerpo de su majestad. -Alfa... -la voz de Louis salió quebrada, necesitada como si estuviera anidando un celo, pero el siervo sabía que aún faltaban 8 ciclos lunares para ello, por lo que infería que el Omega sólo quería volverlo por completo loco. -Tócame, Alfa. Obedece a tu príncipe. Se prohíbe la copia, adaptación o traducción de esta obra. © Obra original