Sangre. Gritos. Sudor. Eso es lo que rodea a un soldado en la guerra. ¿Podría ser peor? Claro que sí, y lo es. El sabor a muerte inunda la tierra, mientras un olor a pelo quemado invade el aire. Las lágrimas de los que fueron tus enemigos bailan al compás de la sangre de tus compañeros, en una funesta melodía que termina cuando el intérprete no puede seguir tocando. Sangre, gritos, sudor; son los tres escritores de esta historia.
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