Víctor creció rodeado de sangre y de crueldad. Aprendió a sobrevivir. Aprendió a ser de acero. Encerró en esa prisión de metal a su niño más tierno, un niño que le gritó, rogó, y suplicó, que le diese una oportunidad a Alex. Y se la dio. La historia se repitió: Alex creció rodeado de sangre y de crueldad. Aprendió a sobrevivir, pero al contrario que Víctor, para hacerlo no dejó de lado su humanidad. Ambos comparten una historia. Son dos almas demasiado parecidas, y al mismo tiempo, demasiado opuestas. Y eso, solo puede unirlos, o destruirlos. No recomendada su lectura para menores de 16 años. #10 en traficantes el 11/09/2019 #8 en traficantes el 22/09/2019 #21 en criminales el 22/08/2021