Los primeros rayos de sol se colaban entre las rendijas de las persianas. Las cortinas se movían siguiendo el ritmo de la brisa. Las manillas del reloj sonaban en la pared. Tic-tac. Tic-tac. Colillas y un papel con un número de teléfono en el cenicero. Oxígeno con olor a ron barato y unos vaqueros negros rasgados en las rodillas encima de la silla. Y muchas historias en el aire.