Pasan las horas, pasa el día. Ya es de noche y yo sigo sonriendo. Mi sonrisa no es grande, es chiquita, ladeada y tonta. Sonrío porque sigo intoxicada. Recibí una fuerte dosis por la noche, fuertísima. Cuando nos acostamos a dormir el cuerpo se relaja y además se limpia, se drena todo, porque al otro día tenés que estar como nueva respirando limpito. Siento caricias, estoy dormida, siento el calor de otro cuerpo arropándome, sigue acariciándome. Yo estaba desintoxicada, porque dormí. Pero hay un nuevo inicio, otra vez se abre la perilla, una vez más el gas que me embriaga entra por mi cuerpo, lo recorre para sedimentarse. Las caricias no cesan y yo ya no estoy dormida, de a poco abro los ojos pero el placer de este calor me hace cerrarlos. Ahora yo quiero devolver un poco de esto que siento, quiero acariciarte. En menos de un segundo mis neuronas hacen la interconección neuromuscular que necesito para alcanzarte. Un segundo es muy poco en un contexto ordinario, pero al lado tuyo la ansiedad se hace presente. Te alcanzo. Te tengo. Te toco. Te acaricio. Te siento. Comienza nuestra danza, nuestro enlace, nuestra mejor manera de entendernos,nuestra comunicación sin errores de conexión. Cuando creí que ya estaba suficientemente embriagada me das más de lo que espero, y de lo que puedo tolerar. ¿Cuántas veces puede explotar mi cuerpo? me pregunto. Esto no es una montaña rusa, no sube ni baja acorde pasa el tiempo. Solo sube. ¿Podes creer? Sigue subiendo una y otra vez, con cada movimiento que haces, con cada palabra que sale de las comisuras de tus labios. Ya es de noche y yo sigo sonriendo, sigo intoxicada, sigo dopada, embriagada. Todo lo hago con una sonrisa tonta. Todo lo pienso con un color diferente. Me voy a dormir. Sí, me voy a dormir, y lo hago con la esperanza de que este estado me acompañe en la madrugada que me espera. Me voy a dormir con la esperanza de que me vuelvas a deleitar con otra dosis. Dosis de vos.All Rights Reserved
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