Me levanto de mi asiento antes de pasar lista. Como sí fuera tan difícil, sólo somos seis. -¿Emily Rogers? -pregunto. ALa rubia arquea una ceja mientras se cruza de brazos. Siempre tomo eso como un "presente". -Maya... -Aquí -dice aún viendo por la venta qué nos da vista al campo de fútbol. -Maya, deja de estar violando con la mirada a los jugadores. Ten decencia por favor. Le dice con armagura la muy recatada de Elizabeth. Viro los ojos. -Elizabeth McCullen. -Presente. -¿Por qué mierda pasas lista sí sólo somos seis? -sisea Emily -. Sólo perdemos el tiempo en este maldito club de niñas sosas. -Cállate, Emily -le ordena Elizabeth. -No me digas qué hacer maldita niña pija. Y así comienza la pelea. Me dejó caer en mi asiento con una puzanda de qué es lo mismo de siempre. Layla trata de separarlas, pero recibe un manotazo de parte de Emily, Nora nos ignora a todas mientras devora su segundo libro de ciencia ficción. Y ni hablar de Maya. -¡Oh. Por. Dios! ¡¡Se están quitando las camisetas!! -grita exitada la susodicha. -Sí, dale con tu rayo de luz. ¡Matalos! -Sueltame el cabello, gata. -Pinche niña mamufa. -Por Dios, chicas. ¡No! No se arañen. Suspiro saco mi móvil de mis jeans, rebuscado para picarle a la pantalla y seguir leyendo A tres metros sobre el cielo. Los gritos sigue, al igual qué los rayos de luz y las miras lacivas de Maya. Un ruido seco suena en la puerta de madera del lugar. Las chicas se detienen mirándome con el ceño funcido. Me levanto camino la puerta. Giro el pomo, y mi quijada cae hasta mis pies. -¿Puedo pasar?
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