La mayoría de la juventud en Pareo vivía sin límites, perdidos en los efímeros momentos que les brindaban las drogas y el alcohol.
Los estudiantes del prestigiado Colegio Bernadette Solís Montreal no son la excepción. Los excesos desmedidos forman parte de ellos, quienes actúan sin supervisión alguna de sus padres, navegando en un barco que está a punto de hundirse.
Harry y Aika conocieron el dolor verdadero a sus escasos 18 años. Y la negligencia de sus padres, las malas compañías y las malas enseñanzas los orillaron a caer en malas decisiones.
"¡¿Qué más podría hacer, mamá?! -Le grito la jovencita, mientras su madre la reñía- ¡Papá huyó, se volvió un maldito alcoholico, aparentan ser alguien que no son! ¿Crees que nadie notará que en las noches ya ni siquiera duermen juntos? Mamá, los necesitaba...- su voz se quebrantó"
«Yo estaba ahí, Aika... te necesité también y huiste. Supongo que lo hecho, hecho está- se jactó, mientras fumaba, el olor a marihuana se encerró en la habitación- Bien dicen que nunca debes confiar en nadie. Y no solo me apuñalaste por la espalda, me apuñalaste el corazón-le admitió, con una enorme sonrisa y Aika no logró saber si sus ojos estaban rojos a causa del churro o las lágrimas.»