Durante el periodo 'Sengoku' en Japón, Hubo varios bandos, entre esos bandos hubo batallas, entre esas batallas hubo héroes, entre esos héroes hubo traidores, entre esos traidores estaba yo, Izumi Kazu del Clan Kenta.
Era temprano en la madrugada, el sol estaba comenzando a salir, mis ojos brillaban ante el resplandor, mi boca sonriente al sentir la briza tierna del viendo mientras me abrazaba, mi pelo se movía lucido con el viento. Me levantaba todas las madrugadas para poder observar como el cielo obscuro perdía su sentido de frialdad, poco a poco tornándose anaranjado.
-Qué hermoso- pensé mientras me perdía en la belleza del momento.
Era la mañana del ataque en la región de Hokuriku, mi corazón estaba lleno de emociones, envidia, odio, deber, pero sobre todo tristeza, tristeza por saber que un día que comienza tan hermoso, lleno de esperanzas y harmonía, terminara en muerte y dolor.
Yo era la líder del grupo de asesinos llamado Kenta, nuestro objetivo era infiltrarnos en el campamento enemigo y asesinar a Kurou Miu, Daimyo de la región, un hombre idiota, ambicioso y abusivo. Los planos estaban hechos, las rutas organizadas, la hora escogida. Todo estaba listo, el destino de Kurou Miu estaba decidido, hoy antes de que caiga el sol el Daimyo de la región de Hokuriku estara muerto.