𝙈𝙞́𝙖, 𝙣𝙤 𝙝𝙖𝙗𝙡𝙚𝙨 𝙘𝙤𝙣 𝙙𝙚𝙨𝙘𝙤𝙣𝙤𝙘𝙞𝙙𝙤𝙨. 𝙈𝙞́𝙖, 𝙣𝙤 𝙘𝙧𝙪𝙘𝙚𝙨 𝙡𝙖 𝙘𝙖𝙡𝙡𝙚 𝙨𝙞𝙣 𝙢𝙞𝙧𝙖𝙧 𝙥𝙖𝙧𝙖 𝙖𝙢𝙗𝙤𝙨 𝙡𝙖𝙙𝙤𝙨. 𝙈𝙞́𝙖, 𝙟𝙖𝙢𝙖́𝙨 𝙖𝙘𝙚𝙧𝙦𝙪𝙚𝙨 𝙖𝙡𝙜𝙪́𝙣 𝙤𝙗𝙟𝙚𝙩𝙤 𝙚𝙡𝙚́𝙘𝙩𝙧𝙞𝙘𝙤 𝙖𝙡 𝙖𝙜𝙪𝙖. Esas y muchas más instrucciones me repitió mi madre por años. No existía un día en el que no se esmerara por educarme y prepararme para el futuro. Ay, mamita, ni tú hubieses imaginado todo este embrollo. Una vida de lecciones y consejos por parte de mi madre, de exigencias y prohibiciones por parte de mi padre. Ninguno tenía ni puta idea de lo que el destino tenía preparado para mí. 𝗨𝗻 𝗽𝗮𝘀𝗲𝗼 𝗲𝘀𝗰𝗼𝗹𝗮𝗿. 𝗨𝗻 𝗮𝘁𝗿𝗮𝗰𝗼. 𝗨𝗻 𝗿𝗼𝗺𝗮𝗻𝗰𝗲. 𝗗𝗲𝗻𝘃𝗲𝗿.
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