- No hay autobuses luego de las once.
- Tampoco es como si quisiera irme ¿sabes?
Me detuve un momento, mis ojos aún se sentían pesados y me dolía el pecho. El sabor de la cerveza aún permanecía en mis labios. Realmente no me quería ir.
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- No hay autobuses luego de las once.
- Tampoco es como si quisiera irme ¿sabes?
Me detuve un momento, mis ojos aún se sentían pesados y me dolía el pecho. El sabor de la cerveza aún permanecía en mis labios. Realmente no me quería ir.