Y la beso, pensando que me devolverá aquel gesto pero no, se encuentra pesada y rígida, como si nuestra simbolización de amor no significa nada para ella. —¿Qué ocurre, nena? —demando frunciendo el ceño. —Es sólo que…—sacude la cabeza y sus dedos helados se entierran más en mis cabellos—, no quiero seguir con esto. Y escucho algo, tal vez es mi corazón rompiéndose.© Todos los derechos reservados.
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