Era de noche, no había luz, no habían estrellas, sólo un turbio cielo oscuro, como si la luna y las estrellas se hubiesen puesto de acuerdo en dejarlo solo, Iván estaba sólo, cerro los ojos para despejar su mente y olvidarse de ella.... —Algún día cuando muera seré una estrella—eso fue lo último que ella le dijo la noche antes del accidente y el no le respondió. Iván miró de nuevo al cielo esperando ver una estrella, esperando ver un resplandor diminuto que pudiera acercarlo una vez más a ella y no lo encontró, solo cerró los ojos y esperó que está vez aunque sea por unas cuantas horas poder dormir, porque sabía que su hora de morir se acercaba.