Era Viernes, antes del fin de semana. Un Viernes muy extraño. El principio fue intranscendental, un día cualquiera de colegio que el tiempo enterraría en menos de un año. Y de pronto se volvió el más gris y el peor día de todos los que había tenido; o así fue como lo vió en ese entonces. Y entonces, la vida quiso enseñarle una sonrisa y decidió que su día terminaría siendo cálido, con esos toques de dulzura que solo el amor primerizo puede otorgar.