En 1959, un joven chileno viaja a la nación del sol naciente, con el objetivo de establecerse en la Embajada Chilena en Tokio, y también conocer la ciudad de Hiroshima, la cual sufrio uno de los ataques atómicos, ocurrido en agosto de 1945. Lo que vio en esa ciudad, le provocaría un shock depresivo que quedó registrado en su bitácora.