Todo lo que nos sucede en nuestra vida, todo los cambios, todas las evoluciones, terminan llegando y comenzamos a valorarlas debidamente sólo cuando tocamos fondo, cuando sentimos el más puro y terrible dolor dentro de nosotros mismos que nos invade de confusión, de terror, de incertidumbre...
Aquí, ahora, este es mi momento, impregnado de pena y dolor, de llanto y melancolía por el pasado y miedo e incertidumbre por lo que vendrá.
Me entristecen los recuerdos, me aterran los encuentros, me tumba pensar en algunos momentos.
Pero ahí está, el dolor, persistente y presente, haciendo el trabajo que ha de hacer, recorriendo los grandes senderos de mi interior, arando todo lo que encuentra a su paso, para realizar simple y llanamente su función: superar dificultades para abrirme a una nueva etapa.