"Salió y, como de costumbre, fue al monte de los Olivos, y los discípulos le siguieron. [...] Y se apartó de ellos como un tiro de piedra [...] Entonces, se le apareció un ángel venido del cielo que le confortaba. Y sumido en agonía, insistía más en su oración. Su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra." -Evangelio de San Lucas, Capítulo 22 versículos 39-44.