¡EN EDICIÓN!
"[...] Salvador Cumuni era normal en ese y en más sentidos. A pesar de su falta de habla, era valorado en el curso; su primo se había encargado de eso hacía varios años, y ahora era hasta admirado por su mente calma frente a situaciones difíciles, como lo eran los exámenes finales.
Nuestros compañeros habían dejado de preguntar, las respuestas los convencían rápidamente. Pero yo, como orgullosa fan de las películas y novelas policiales, sabía que tenía un verdadero misterio frente a mis ojos.
Las preguntas circundaban a su alrededor cada vez que lo miraba, y vaya que lo hacía seguido. No era que me gustase, no, no con esas cicatrices, al menos; simplemente era mi objeto de estudio, mi misterio sin resolver, la puerta entre abierta que no podía abrir.
Las preguntas se repetían en mi cabeza una y otra vez, siendo cada mutación de alguna idéntica a la anterior. Al final, todas derivaban de cuatro que podrían simplificarse en una.
¿De donde provenían aquellas cicatrices tan atroces? ¿Realmente habían sido producto de un accidente en una granja? ¿Que había de las nuevas que aparecían cada lunes? ¿También eran producto de gallinas descontroladas y zarigüeyas rabiosas?
¿Y que había con aquella vez, hacía mucho tiempo, cuando lo había visto arrodillarse? Jamás olvidaría el aura extraña que había sentido, ni los ojos de un brillante color plata de Salvador, mientras juraba palabras extrañas a un árbol moribundo y sus hojas lo rodeaban en un torbellino de aire polvo y un destello plateado."